Hace unos días hablábamos de cómo hacer que la introducción de un gato nuevo en el hogar no resultase problemática si ya había otro felino en la casa. Pero, ¿y si se trata de dos especies diferentes? Veamos ahora algunos casos.
Rosa Roldán
Técnico en comportamiento canino y felino. Educadora canina
www.perrygatos.es
Gato con perro
Para introducir a un gato en un hogar donde ya vive un perro, lo primero es llevar el gato a casa en el transportín y déjalo en el cuarto seguro, tal y como se hace en el caso del encuentro entre dos gatos. El perro deberá entrar con la correa puesta y el gato deberá estar seguro dentro de su transportín. Es fundamental que la correa no esté tensa en ningún momento, porque de lo contrario se le transmite tensión al perro y se crea una asociación negativa hacia el gato.
Hay que permitir que se conozcan desde lejos, empezando con el perro a distancia y acercándolo poco a poco según cómo reaccione el gato. Debe dejarse al perro que olfatee al recién llegado, pero si empiezan a alterarse cualquiera de ellos se finalizará la sesión.
Primero se sacará al perro de la habitación, y después al gato. Si está más o menos tranquilo (los bufidos y gruñidos se deben tolerar al principio), en los siguientes encuentros se le podrá dejar que esté libre y que tenga lugares altos donde subir y sentirse más seguro.
Cuando esté listo, puede permitirse que el gato salga del transportín y dejarle que decida cómo quiere relacionarse con el perro.
Si bien hay perros y gatos que viven en una continua y tensa tregua, hay muchos otros que se convierten en excelentes amigos.
Perros y gatos pueden convivir bajo un mismo techo como excelentes amigos Clic para tuitearEs muy importante supervisar los encuentros entre el perro y el gato durante los primeros meses, así como no dejarlos juntos y solos aunque ya se conozcan. Hay que estar totalmente seguros de las reacciones de cada uno de ellos ante diferentes situaciones como hambre, juego, etc.
Gatos con niños
Por regla general, los niños y los gatos tienen una afinidad natural entre ellos, pero resulta fundamental establecer ciertas reglas básicas para que unos y otros mantengan una convivencia que esté exenta de riesgos. Los gatitos pueden salir mal parados por un exceso de cariño de los niños, sobre todo si son muy pequeños y no comprenden que el animalito es un ser que tiene una gran fragilidad.
De esta manera, la clave para evitar los riesgos en la convivencia entre niños y gatos radica en asegurarse de que siempre estén bien vigilados ambos, así como enseñar a los niños a respetar y coger adecuadamente a los gatos.
Gatos y otras especies
Si el gato es adulto, la premisa fundamental es mantener al gato alejado de animales considerados presas naturales como peces, roedores o aves. No hay que olvidar en ningún momento que, a pesar de ser un compañero cariñoso y afable, el gato tiene impresos en el cerebro los instintos de cazador.
Salvo en los casos de gatitos socializados desde muy pequeños con otras especies, tampoco hay que perder de vista la noción de que algunos animales son depredadores y otros son presas. Los gatos son ambas cosas en función de las circunstancias.
Cuando el perro es el recién llegado
Si se pretende introducir un perro en el mundo particular del gato, es recomendable tomarse un tiempo para preparar la estrategia:
- Revisar la ubicación de comederos y bebederos del gato. La comida de gatos es irresistible para la mayoría de los perros por su alto contenido en proteína. Es recomendable situarlos en un lugar elevado, lejos de alcance del perro y donde el gato pueda alimentarse sin que lo molesten.
- Asegurarse de disponer de un arenero a prueba de perros, ya que se sienten irremediablemente atraídos por su contenido. Un cajón con tapa o cubierta puede ser la solución, aunque no para todos como en el caso de perros pequeños.