Qué puede ir mal en un acuario

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Los comerciantes deben conocer las principales enfermedades que pueden afectar a los peces, no sólo para ofrecer un asesoramiento adecuado al cliente, sino para poder identificar qué puede ir mal en sus propios acuarios y tomar las medidas oportunas.

Para poder detectar alteraciones que indican que algo no va bien en un acuario debemos conocer la biología de los peces y, por supuesto, su comportamiento en condiciones normales, lo cual puede variar según la especie. No obstante, existen una serie de comportamientos anormales comunes a todas las especies.

  • Tos. Veremos que el opérculo se abre y cierra rápidamente en un intento de aliviar la irritación de las agallas.
  • Frotamiento contra objetos. Sugiere una infección por parásitos externos.
  • Salir hacia la superficie del agua para respirar indica una hipoxia (falta de oxígeno) por anemia, enfermedad en las agallas o debido a que el agua del acuario es pobre en este gas.
  • Nadar en círculos. Puede indicar ceguera o enfermedad neuronal.
  • Nadar “a la deriva”. Indica debilidad e incluso muerte inminente.
  • Posturas anormales, como flotar en la superficie, son indicativas por ejemplo de problemas en la vejiga natatoria o alteraciones neurológicas. En el caso del goldfish, una dieta baja en fibra hace que se reduzca el movimiento intestinal y se acumule aire en el intestino, lo que hace que el pez tienda a flotar.

Alteraciones infecciosas

En muchas ocasiones, las diferentes enfermedades infecciosas que pueden afectar a los peces se producen, o al menos se propagan, por no respetar un periodo de cuarentena antes de introducir nuevos ejemplares en el tanque. Esto es especialmente importante en los comercios, no sólo para evitar problemas en los acuarios de exposición, sino para que el cliente que adquiere nuevos ejemplares no introduzca ninguna enfermedad en el suyo. Podemos encontrar enfermedades producidas por bacterias, hongos, virus y parásitos.

Bacterias

Las enfermedades bacterianas son una de las causas más comunes de mortalidad. Un sistema inmunológico deprimido (por estrés, mala nutrición, manejo incorrecto, infecciones parasitarias, etc.) hace que muchas bacterias aprovechen la ocasión para actuar. Entre los síntomas nos podemos encontrar anorexia, hemorragias (eritema de aletas o boca), exoftalmia (protusión anormal del globo ocular fuera de su órbita) o cambios de color.

Hongos

Los hongos también pueden aprovechar alteraciones en el sistema inmunológico producidas por estrés, otras enfermedades o abuso de tratamientos con antibióticos.

Destaca la saprolegniasis, que se caracteriza por la presencia de masas algodonosas de color gris, marrón o blanco en piel y aletas de peces de agua dulce.

Virus

Las infecciones por virus van asociadas frecuentemente a infecciones por bacterias, hongos o parásitos, lo que puede complicar el diagnóstico. Entre las más comunes destaca la linfocistosis y la viruela de la carpa.

La linfocistosis es la primera enfermedad vírica que se describió en peces. Se caracteriza por la aparición de bultitos rugosos en piel y aletas.

La viruela de la carpa es una enfermedad autolimitante, es decir, que se desarrolla hasta cierto grado y luego remite. En la piel y aletas aparecen bultos blancos, grises o rosados, y algunos peces tienen aspecto como de haber sido rociados con cera de vela líquida.

Parásitos

La enfermedad del punto blanco es probablemente la afección parasitaria más común y tal vez la más fácil de diagnosticar. El cuerpo del pez se recubre de pequeños puntos blancos hasta cubrir las aletas.

Alteraciones no infecciosas

Existen una serie de problemas no asociados a ningún microorganismo que pueden afectar a los peces, como es el caso de la intoxicación por amoniaco, nitritos o metales pesados que se acumulan en el agua del acuario. El control de parámetros como el ph o la temperatura y mantener todo el equipo en condiciones óptimas evitará que los peces padezcan determinadas afecciones.

También podemos encontrar peces con heridas por traumatismos producidos por otros peces con los que conviven (de ahí la importancia de conocer la compatibilidad entre especies).

La enfermedad de las burbujas gaseosas es el equivalente a la enfermedad de los buzos en las personas. Se produce por una saturación excesiva de nitrógeno y oxígeno en el agua debido, por ejemplo, al mal funcionamiento de la bomba de aire. Los peces presentan burbujas visibles en aletas y piel. Deficiencias nutricionales pueden contribuir a la aparición de problemas como la lipidosis hepática (acumulación de grasas en el hígado), obesidad o pérdida de la musculatura dorsal. También pueden dar lugar a cuerpos desproporcionados (grandes cabezas y cuerpos pequeños). Las necesidades nutricionales específicas de los peces ornamentales no son del todo bien conocidas, aunque las investigaciones en este terreno cada vez son más numerosas.

Aprender para asesorar

Si el comerciante desea ofrecer un asesoramiento adecuado a sus clientes debe formarse. Cursos, jornadas a cargo de asociaciones de aficionados, revistas y libros especializados… El profesional dispone de muchos medios para aumentar sus conocimientos sobre las enfermedades de los peces y debe aprovecharlos, ya que estas son motivo de consulta por parte de muchos clientes.

Empezar a ver al pez como a un paciente será el punto de partida de un aprendizaje que no debe cesar.

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