Los loris arcoíris en las costas australianas desarrollan su actividad de cría a partir de junio hasta enero. Sin embargo, en Loro Parque Fundación, aunque algunas parejas pueden estar activas en cría durante prácticamente todo el año, la mayoría inician su actividad reproductiva a finales de diciembre para continuar hasta principios del verano.
Rafael Zamora Padrón
Director Científico
Loro Parque Fundación
Imagen cedida por LPF
Para la mayoría de las especies de loros la fase de cortejo se desarrollará en los meses de principio del año y significa cambios en las aves. El cuidador debe estar atento porque es normal que los machos respondan ante cualquier estímulo de forma anticipada a las hembras. Entre enero y marzo la observación de las parejas, tanto de las nuevas, como de las ya establecidas, debe aumentar, para aplicar cambios necesarios y poder suministrar a tiempo los elementos que les permitan llegar al momento de la incubación con éxito.
No hay que quitarle importancia a estos meses y recordar que los machos necesitan nuevos alimentos para dar de comer a sus hembras. Y esto no significa poner a su disposición grandes cantidades de pastas de huevo o incrementar en exceso los estímulos de cría. Se trata de ir añadiendo semanalmente aditivos a la dieta de básica que han venido recibiendo en el periodo de reposo.
Las hojas verdes de temporada
De nuevo las hojas verdes de temporada desempeñan un papel fundamental para todo tipo de loros. Acelgas, berros, diente de león, hierba pamplina son los complementos perfectos para todas las parejas. No deben ser dados en exceso ni todos los días. Lo ideal es proporcionarlos en días alternos y en cantidad suficiente para que se termine en el día y haya suficiente para ambos ejemplares.
Para los ejemplares jóvenes que no han alcanzado la madurez sexual, este alimento verde es también importante en esta época. En cantidades discretas les permite estar activos y con un metabolismo sano. La variedad en la dieta es importante y en el caso del diente de león es útil para todos los ejemplares juveniles que se acostumbran a consumirlo de forma instintiva.
Separar o no separar a las parejas
En este momento del año otro de los factores importantes es el de decidir si es necesario separar ejemplares. Hay parejas que no crían durante mucho tiempo o que no muestran señales de armonía entre ellos. Decidir su separación es un paso complejo para un criador y por este motivo debe saber qué decisiones puede tomar para acertar.
La primera opción debe ser la separación visual temporal entre ambos
Retirar al macho del aviario de cría para colocarlo alejado de la hembra durante unas semanas tiene un potente efecto en las parejas. Lo normal es que se llamen en la distancia. A la hembra le da tiempo para dominar mejor su espacio de cría y se le puede suplementar la dieta con mayor eficacia de consumo ya que si no se llevaba bien con su macho habitual, lo más probable es que compitiera con él por los alimentos más apetecibles.
Renovar su nido con mucho material fresco y nuevo mientras está sola
Le incitará a preparar su nido y a inspeccionarlo con calma. Debemos de tener en cuenta que en muchas parejas los machos son tan dominantes que obligan a la hembra a quedarse dentro del nido si pueden. Y en algunos casos, si no son buenos proveedores de comida, debilitan a la hembra. La consecuencia suele ser una agresión que viene desde el macho provocada por la falta de energía de la hembra.
Por estos motivos algunas parejas cambian su comportamiento si pasan por un periodo de alejamiento. Si este paso no funciona el criador debe pensar otras alternativas como incluir a la pareja en un grupo de vuelo para que refuercen sus lazos o para poder ver si tienen inclinación por otras parejas potenciales y así poder decidir nuevos emparejamientos.
Puedes acceder al artículo completo en EspeciesPro Nª 271.