Hiperactividad canina: ¿qué es y cómo manejarla?

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La hiperactividad canina es un problema con el que pueden enfrentarse los propietarios de perros. Reconocer sus principales síntomas es fundamental a la hora de buscar soluciones.

Miguel Ángel Signes Llopis
Adiestrador Canino Capacitado e Instructor de Perros de Asistencia en la especialidad TAAC, acreditado por la Generalitat Valenciana

La hiperactividad es un defecto congénito y como tal es heredable; en ocasiones se debe a una enfermedad llamada hiperquinesis que aparentemente tiene varias similitudes con el denominado déficit de atención en las personas, y este es el motivo por el que algunos perros suelen ser agresivos y no responden bien al adiestramiento. Con frecuencia, la hiperactividad también es el resultado de una falta de estimulación (perros que salen poco de casa) y por esta causa reaccionan de modo excesivo (por ejemplo, saltan sin parar para llamar la atención).

Síntomas de la hiperactividad

Los síntomas de la hiperactividad canina son los siguientes:

  • El perro es incapaz de relajarse incluso sin estimulación.
  • Los ritmos cardiaco y respiratorio, así como la temperatura, están elevados incluso en periodos de descanso.
  • El animal busca de forma exagerada la atención del propietario.
  • El comportamiento del animal es independiente del propietario y del entorno.
  • La actividad no tiene propósito ni control. Hay una falta de concentración y los ejercicios no se completan.
  • El perro muestra una conducta destructiva tanto en presencia como en ausencia del propietario.

Por otro lado, hay muchos perros que son catalogados como hiperactivos cuando no lo son, simplemente porque muestran unos niveles de actividad más elevados que la media de su raza (el nivel de actividad varía en función de la edad y la raza). A estos perros se les denominan sobreactivos.

La sobreactividad es bastante común y representa una abundancia de la conducta motivada normal pero mal encaminada o problemática para el propietario; a veces se combina con la conducta de búsqueda de atención. Estas conductas se deben principalmente a que son reforzadas voluntaria o involuntariamente por el propietario, que permite que el perro actúe así sin tomar medidas al respecto. Hay que tener presente que los perros siempre están aprendiendo y, con este refuerzo, el perro aprende esta conducta. Los síntomas son los siguientes:

  • El perro muestra una habilidad normal para dormir y descansar, aunque el tiempo total de descanso puede ser menor de lo habitual.
  • Los ritmos cardiaco y respiratorio, así como la temperatura, varían normalmente con el nivel de actividad.
  • Frecuente búsqueda de atención.
  • La actividad tiene un claro propósito. El animal se concentra en una tarea para completarla.
  • Los periodos de actividad normalmente se relacionan con estímulos o eventos.

Tratamiento

En primer lugar, hay que descartar que la hiperactividad sea por una causa orgánica, por lo que el perro debería ser examinado por un especialista en busca de trastornos endocrinos, neurológicos y metabólicos, o incluso comprobar si hay una clara relación entre el periodo de hiperactividad y los momentos de la comida.

Tanto para la hiperactividad como la sobreactividad, la terapia conductual es la misma y consiste en:

  • Eliminar el castigo positivo en la vida diaria del animal.
  • Establecer unas rutinas al perro. Tienen que quedar bien marcadas las horas para hacer sus necesidades, ejercicio físico, juego e interacciones, comida y descanso.
  • Estimulación física. Una vez determinado el nivel de actividad normal conforme a la raza y edad del perro, hay que establecer un plan de ejercicio programado y controlado para disminuir sus niveles de ansiedad. Es muy importante la estimulación física del animal mediante los paseos, ya que esto hará que se reduzca el estrés. Puede ser útil que el propietario siga un programa de agility con su perro. Hay que tener presente que el ejercicio físico aumenta los niveles de serotonina en sangre y relaja al animal, a la vez que le permite desarrollar su conducta exploratoria. Esto lo equilibra física y mentalmente y además puede prevenir otros problemas de comportamiento.
  • Estimulación mental. El propietario debe proporcionar juguetes interactivos cuando el animal esté solo. Juguetes como los Kong se rellenan de alimento muy apetitoso, de manera que el perro puede ocupar su tiempo intentando al­canzar el contenido de estos juguetes; también se le puede dar, por ejemplo, un hueso crudo de rótula de vaca, la cuestión es que esté entretenido. Los juguetes interactivos son muy eficaces también en perros con comportamien­tos destructivos, ya que mientras están comiendo o chupando el Kong no es­tán mordiendo, por ejemplo, el sofá.
  • Ajuste de la dieta conforme a la edad y actividad física.
  • Adiestramiento en obediencia para poder tener un control sobre el perro. Hay que evitar el adiestramiento clásico basado en el ensayo y error, es decir, no se deben utilizar técnicas aversivas o coercitivas, ya que pueden incrementar su estrés. Hay que tener presente que un perro estresado pierde en el aprendizaje por una falta de concentración. Dicho adiestramiento hay que realizarlo con refuerzo positivo, ya que el mismo se utiliza para incorporar una conducta nueva, aumentar una existente o eliminar una conducta inapropiada incompatible.
  • Controlar el juego en presencia del propietario. Es bueno estimular a los perros mentalmente con juego y realizar sesiones de grupo con el propietario, con otras personas y otros perros. Esto, por supuesto, siempre bajo supervisión del propietario, ya que si el perro se altera se le debe aplicar un castigo negativo (quitar algo positivo al perro) que sería atarlo y llevárselo, dando la interacción por finalizada o bien, si se tiene el control sobre el animal, se le puede ordenar que venga (llamada), que se siente y permanezca quieto hasta que se calme. Si el perro busca continuamente la atención, el propietario debe ignorar este comportamiento para no reforzar su conducta.
  • Establecimiento de la jerarquía. Para ejercer el liderazgo se puede utilizar la deferencia y se fomenta en el perro controlando los recursos que él valora; todas las interacciones empezarán y se detendrán por el propietario.
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Los resultados

El pronóstico es bueno siempre que el propietario del animal tenga paciencia, constancia, no pierda los nervios y haya un cambio de actitud en el mismo; en ningún caso debe reforzar más las conductas de exceso de actividad.

En todas las terapias de conducta se tarda un tiempo en ver los resultados, dependiendo, por supuesto, del problema o problemas que tenga el perro y de otros muchos factores más como, por ejemplo, la edad, el sexo o el aprendizaje del animal en ese comportamiento. El propietario debe comprender que el problema no se resolverá en cinco minutos como pa­recen mostrar determinados programas de televisión, y que es muy importante que se involucre, que persista y que no abandone la terapia antes de tiempo.

 

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