“Los perros no curan, pero la terapia con ellos es una herramienta que permite derribar algunas barreras”

El Hospital Niño Jesús y la URJC y Purina han identificado mejorías en la salud mental de los adolescentes con trastornos de la conducta alimentaria que reciben
terapias asistidas con perros.

Sònia Sáez, responsable de comunicación de Purina y veterinaria, nos explica en esta entrevista cómo la terapia asistida con perros permite mejorar la salud de estos jóvenes con trastornos alimentarios (TCA). Los más comunes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno alimentario compulsivo. Si bien se desconoce la causa exacta de los trastornos alimentarios, pueden intervenir ciertos factores, entre ellos: Biología.

¿Cómo puede un animal permitir una mejoría en un adolescente afectado por un trastorno alimentario?

Los jóvenes, y sobre todo los que presentan algún trastorno como los de conducta alimentaria, suelen ser un colectivo al que es difícil llegar, motivar y que pueden cerrarse en banda a la hora de interactuar, mostrar desconfianza o problemas de autoestima. Estimular su motivación puede resultar un gran reto.

Los perros no curan, lo hacen la medicina y los profesionales sanitarios, pero la terapia con animales es una herramienta que permite derribar algunas barreras. Así fomenta una recuperación mucho más rápida de los pacientes. Esto se da gracias a que los perros no nos juzgan, nos dan amor incondicional sin esperar nada a cambio.

¿En qué consiste esa mejoría?

Las intervenciones asistidas con animales tienen multitud de beneficios para las personas, desde motivaciones, mejorando la autoestima y confianza, a terapéuticos, contribuyendo a la aceleración de los procesos de recuperación de pacientes.

Los perros ayudan a dar serenidad, incrementar la autoestima, la motivación, la empatía y la sensación de pertenencia. Sin duda son un excelente catalizador para fomentar la interacción con otras personas, además de transmitir seguridad y confianza.

En el caso del estudio que hemos llevado a cabo desde Purina en el Hospital Niño Jesús con la Oficina de Intervención con animales de la Universidad Rey Juan Carlos, hemos visto que las terapias con animales han mejorado la sintomatología de TCA respecto a la tendencia de la delgadez o la insatisfacción por el cuerpo, en comparación con el grupo de control.

También se ha mostrado una mejoría en la composición corporal y peso del grupo de intervención, aumentando un 4% su índice de masa corporal entre el momento pre y post del total de las sesiones. La mejoría es el doble respecto al grupo control.

Además, durante la Intervención Asistida con Animales se han detectado que el grupo IAA redujo en un 10% la Ansiedad Estado en los momentos posteriores de las sesiones, mientras que el grupo control a penas lo hizo en un 1%. Se han observado mejoras también respecto a la desconfianza hacia los demás, el rechazo interpersonal, los miedos en referencia a las sensaciones sobre su propio cuerpo y a los cambios corporales por la maduración. Concretamente, la desconfianza interpersonal mejora en un 36% respecto al momento previo a la terapia, en un 13% la conciencia interoceptiva y bajan los síntomas de miedo a la maduración en un 17%.

Estos resultados muestran el impacto positivo que pueden tener las intervenciones asistidas con animales, sobre todo en colectivos como estos. Las terapias con perros son capaces de derribar algunas barreras fomentando una recuperación mucho más rápida que sin la presencia de los canes.

¿Necesitan los perros de terapia recibir algún adiestramiento específico para esta terapia en particular?

A grandes rasgos, los perros de terapia son seleccionados por su carácter más que por su raza. Debemos partir de un temperamento equilibrado y seguro, y deben mostrar un buen nivel de aprendizaje y obediencia desde que son cachorros.

El tipo de entrenamiento que reciben se basa en el refuerzo positivo. Es decir, el perro es premiado cuando responde correctamente a un estímulo u orden. Lo prioritario es que el perro se sienta siempre cómodo y feliz mientras aprende. Básicamente, se resume en 3 fases:

1. Obediencia básica: acudir cuando se le llama, sentarse, tumbarse…
2. Fase de socialización: familiarización con el entorno, pudiendo acceder a los mismos lugares que acceden las personas sin ninguna limitación, con el fin de reafirmar comportamientos positivos en cualquier ámbito.
3. Aprendizaje de habilidades específicas: enfocadas a cubrir las necesidades de las personas con las que van a trabajar, o a demostrar actitudes que ofrezcan beneficios cuando interactúen con personas en espacios terapéuticos.

¿En qué consisten las sesiones?

Este estudio se ha llevado a cabo con 32 menores de 18 años diagnosticados con Trastorno de la Conducta Alimentaria, repartidos en dos grupos, que siguen su tratamiento en Hospital de día psiquiátrico del Hospital Niño Jesús. Ha constado de 24 sesiones de frecuencia semanal de 50 minutos, llevadas a cabo durante abril y diciembre de 2021. Cada sesión, contó con un psicólogo experto en IAA , dos técnicos en IAA y dos perros.

Las sesiones tienen una duración de 50 minutos en las que se incluyen:

• una parte de bienvenida destinada a entrar en contacto con el perro (5 min),
• una parte principal donde los participantes aprenden nociones básicas sobre el adiestramiento canino,
• la parte de desarrollo en la que intentan adiestrar a los perros (40 min) y,
• una parte de cierre para despedir a los perros (5 min).

En la parte principal, los pacientes realizan diferentes actividades y ejercicios con el perro para trabajar progresivamente distintos objetivos, marcados por los profesionales sanitarios, para mejorar la salud mental y física de los pacientes.