Múltiples beneficios del amor incondicional de los perros de terapia

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Los perros son excelentes compañeros de vida y disfrute. Su carácter fiel y el amor incondicional que ofrecen a sus propietarios los convierte en seres extraordinarios que llenan de anécdotas, nuestro día a día. Sus beneficios como animales de compañía están más que demostrados pero sus capacidades, cuando son socializados y educados para convertirse en perros de intervenciones asistidas, son muchas y muy valiosas para la sociedad.

La labor que llevan ejerciendo desde hace años los profesionales en terapias asistidas con canes, hace que estos perros se conviertan en una herramienta de apoyo y trabajo imprescindible en ámbitos individuales o grupales que precisan de ayuda física, social, emocional y cognitiva. Permitenque las sesiones de terapia asistida con perros puedan tener efectos positivos en domicilios, hospitales, colegios, centros de desarrollo infantil, y residencias para la tercera edad, entre otros.

Por otro lado, el trabajo de los perros de asistencia está orientado a cubrir las necesidades de las personas que padecen algún tipo de discapacidad física o psíquica, y necesitan de la ayuda de un perro para superar las limitaciones de su día a día, tanto en términos funcionales como de apoyo emocional. En estos casos el perro de asistencia, tras un proceso largo y selectivo, es asignado a la persona que ayudará, con la que convivirá, haciendo su vida más fácil y feliz.

Un vículo beneficioso para ambas partes

En Purina están convencidos de que el vínculo humano-animal es beneficioso para ambas partes, por eso llevan años investigando la interacción entre humanos y perros. Confirman que, además de proporcionar beneficios emocionales en su rol como mascotas, contribuyen a mejorar la calidad de vida de muchas personas. En este sentido, trabaja de la mano de profesionales expertos en la materia para obtener lo mejor de este vínculo y comprobar que no solo se benefician las personas de estas terapias, sino también el animal. De lo contrario, no se llevarían a cabo, dado que es imprescindible asegurar el bienestar de los perros y que disfruten sus tiempos de descanso.

La historia de Mel

Para confirmarlo Purina comparte la historia de Mel, una perra de terapia del Centro CTAC, que acaba de jubilarse de su labor:

“Me llamo Mel, nací en el 2013 en una hermosa familia que pronto vio que yo sería una perrita con una misión especial ser “una princess de CTAC”. Y así fue como después de dos meses creciendo y aprendiendo de mi madre y hermanos llegué a mi nuevo hogar.

Me esperaba una familia humana y peluda que me acompañarían en mi ocio y educación, que me arroparon con amor, con cuidados y juegos mientras iba ampliado mi socialización y comprensión de mi futura profesión.

Así fue como de la mano de mis compañeros humanos, los técnicos en IAA de CTAC y junto a mis compañeros peludos me inicié como perro de IAA. Trabajé en muchos centros, instituciones y hospitales. Y el trato estaba claro: los beneficios que las IAA aportaban serían siempre bidireccionales y durante el tiempo que yo lo deseara. Es decir, los humanos se sentirían amados y motivados y yo también, no solamente durante las sesiones, sino siempre y en todo momento. Pues no olvidemos que, como perro doméstico soy un animal de compañía muy querido, que a la vez trabajo como perro de IAA. Así que, desde mi punto de vista, salgo ganando con amor, atención, descanso y juego las 24 horas, 7 días a la semana los 12 meses del año.

Sé que como perro de IAA, día a día, dejamos huella en el corazón de muchas personas. Lo hacemos de forma natural, y siempre bajo la supervisión y cuidado de nuestro compañero humano de trabajo. Aunque llega un día que alguno de nosotros necesitamos continuar explorando el mundo desde distintas perspectivas… Y así fue como decidí jubilarme al lado de una persona increíble de la “familia CTAC amiga”, que me continúa brindando, ahora si únicamente entre él y yo, amor, cuidado, “cuddels” y juegos.

Soy una perrita afortuna por la familia donde nací, por donde y con quien crecí, aprendí y trabajé, y por haber encontrado en esta nueva etapa mi espacio de felicidad completa en la que sigo siendo yo misma. Puedo compartir y gozar de todo lo que aprendí y me enseñaron, por ejemplo, hacer magia con mi dulce mirada.

Junto a Laika, somos de las mayores de CTAC y, desde nuestra experiencia y conocimiento, vemos el camino que día a día hace nuestra la familia perruna de CTAC. Y estoy feliz y tranquila de saber que todos ellos siempre serán perros muy queridos y felices”. Mel

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